El terremoto
que devastó Lisboa en 1775 obligó a que sus habitantes encabezados por el Marqués
de Pombal reconstruyeran la ciudad y
trazaran nuevamente sus calles. La Cidade
Baixa se volvió la Baixa Pombalina,
cuyo trazado geométrico se alejaba de cualquier sugerencia medieval, formando
manzanas rectangulares con amplias avenidas en precisa trama geométrica, como
si las líneas de su dibujo se hubiesen
propagado racionalmente sobre una hoja en blanco.
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